La ola de calor en México es un evento cada vez más regular a través de los años. La Coordinación Nacional de Protección Civil mencionó que la temporada de calor en el país concluirá en septiembre para los estados del noroeste, mientras que, para los estados del noreste, centro y sureste, se terminará en junio.
El incremento de las temperaturas ha sido, en algunos estados, mayor a los 45 grados centígrados. En general, las altas temperaturas pueden tener implicaciones importantes en las personas, tales como alterar algunas funciones vitales y provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor, entre otros, principalmente en sectores vulnerables, tales como los niños, personas de la tercera edad y enfermos crónicos. Además, la ola de calor puede tener implicaciones en otros aspectos cotidianos, como el emocional, financiero, laboral, por mencionar algunos.
Con el objeto de aminorar el efecto de la ola de calor, deben de desarrollarse diversas acciones a corto, mediano y largo plazo, tanto en el contexto personal como colectivo, comparte el doctor Josué López Leyva, profesor e investigador de CETYS Universidad.
En el corto plazo y en el ámbito personal, se debe usar ropa ligera y fresca, sin exponerse en extremo a la radiación solar directa. Además, hay que beber mucha agua y procurar espacios de convivencia, laborales y familiares bien ventilados y frescos. También se recomienda tomar varias duchas diarias con agua fresca, de acuerdo con la dinámica de cada persona, entre otras medidas.
Por otro lado, en el contexto colectivo, se debe de priorizar el uso de cargas eléctricas (equipos de oficina y casas), debido a que, la capacidad de potencia de la red eléctrica pública debería de estar disponible, principalmente para el uso de aquellas cargas eléctricas relacionadas con la refrigeración y ventilación, tales como abanicos, aires acondicionados, etc.
En el mediano plazo, tanto en el ámbito personal y colectivo, es importante procurar que la infraestructura que se usa sea más resiliente frente a las altas temperaturas. El término de infraestructura se refiere a casas habitación, departamentos, edificios, oficinas, centros comerciales, etc. En este caso, es necesaria una rehabilitación energética de las edificaciones basado en la arquitectura bioclimática, es decir, que una edificación pueda mantener un adecuado nivel de temperatura y humedad basado en su diseño arquitectónico, ventilación natural o forzada, obstáculos naturales y artificiales para la radiación solar, tales como árboles, toldos, etc.
Además, se debe procurar incrementar el aislamiento térmico de las edificaciones para que el calor del exterior no ingrese. Así como la adquisición de equipos de refrigeración y ventilación energéticamente eficientes, es decir, que requieran la menor cantidad de energía eléctrica para la refrigeración y ventilación.
A largo plazo, en el ámbito colectivo, se debe crear y rehabilitar la infraestructura pública enfatizando en los espacios verdes y abiertos, así como en las corrientes de viento naturales de acuerdo con las regiones. Lo anterior implicaría un control térmico natural al interior de nuestras localidades.
“La omisión de dichas medidas en contra de los efectos de la ola de calor, implican que, en primera instancia, no se genera ningún gasto económico asociado, como consecuencia, se incrementa la probabilidad de que exista un gasto económico significativo debido a problemas causados por el calor. Por lo tanto, es mejor invertir inteligentemente en el corto, mediano y largo plazo para poder sobrellevar de mejor manera la ola de calor presente y las venideras”, concluyó el Experto CETYS.