Especialistas del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE) desarrollaron un método de evaluación semicuantitativo para determinar el nivel de riesgo de mamíferos marinos ante un posible derrame de petróleo en el Golfo de México, mismo que ya fue aplicado con ocho especies.
Para el análisis de riesgo de exposición de los mamíferos marinos al petróleo, Mario Rafael Ramírez León, investigador posdoctoral del CICESE, tomó tres de las seis regiones geográficas del golfo que son vulnerables a derrames de hidrocarburos (identificadas por el Consorcio de Investigación del Golfo de México -CIGoM-), las cuales contemplan el pozo de la bahía de Campeche, el pozo frente a la costa de Tamaulipas y el pozo de Perdido, localizados al oeste del Golfo de México.
El investigador explicó que las tres son áreas de exploración actuales o en las que se planea extraer crudo en el futuro, además de que los cetáceos son animales que cotidianamente tienen movimientos amplios, por lo que el sitio de estudio no se restringió a la Zona Económica Exclusiva.
Hasta ahora se han registrado 21 especies de cetáceos que habitan en el Golfo de México, de los que 15 son comúnmente observados en la región de estudio, apuntó Rafael Ramírez.
Sin embargo, dado que la información sobre su distribución en el Golfo de México es escasa, tomó los modelos de distribución que elaboró en su tesis doctoral, dirigida por la doctora María Concepción García Aguilar, para hacer una selección de solo ocho especies. Esto se sumó a la información ya disponible, concentrada en bases de datos que abarcan el periodo de 1993 a 2012.
Así, investigadores del Laboratorio de Ecología Pesquera del CICESE y del grupo de escenarios de derrames del CIGoM evaluaron el riesgo para el cachalote, el calderón tropical y los delfines nariz de botella, de Risso, clymene, moteado pantropical, moteado del Atlántico y de dientes rugosos.
Para la evaluación se optó por un método semicuantitativo que combina la parte probabilística con valores cualitativos que se reflejan en escalas con los niveles bajo, medio y alto.
Para calcular el riesgo de exposición de cada una de las especies, se analizó la factibilidad de encuentro y la probabilidad de exposición con base en cinco criterios: el tiempo que pasan los animales en la superficie, la adhesión, la inhalación, la ingesta directa y la ingesta indirecta.
El tiempo que pasan en la superficie es representativo del tipo de alimentación, ya que algunas especies de cetáceos hacen buceos para alimentarse en áreas más profundas, pero otras pasan mayor tiempo en la superficie, lo que aumenta la probabilidad de exposición.
La adhesión hace referencia a la textura de la piel. Aunque la mayoría de las especies evaluadas tienen una piel lisa, algunas otras, como el cachalote, la tienen rugosa, lo que incrementa la probabilidad de exposición. La inhalación es similar al tiempo que pasan en la superficie, pero está motivada por la necesidad de aire para respirar.
La ingesta directa e indirecta están relacionados con su mecanismo de alimentación. En la ingesta directa, los cetáceos con dientes presentan menor riesgo en comparación con los que tienen barbas o se alimentan en el bentos. La indirecta tiene que ver con el tipo de presas que comen. Aquellos que se alimentan de peces y vertebrados tendrán menor probabilidad de exposición en comparación con los que se alimentan de invertebrados.
El estudio arrojó un riesgo similar para las ocho especies evaluadas, ya que todas son odontocetas y comparten características ecológicas y biológicas similares.
La principal fuente de variación fue el tiempo que pasan en la superficie y el tipo de presas que comen, de manera que la probabilidad de exposición se convirtió en la principal variación entre especies aunque, para todas, el riesgo se situó en niveles de bajo a moderado.
No obstante, Rafael Ramírez advirtió que aun cuando el riesgo de exposición para ninguna especie fue alto en ninguno de los tres escenarios, no debe subestimarse el potencial impacto en mamíferos marinos de un derrame de petróleo a gran escala, debido a que la exposición de hidrocarburos puede afectar la salud de los organismos, con consecuencias inmediatas o de largo plazo.
Sobre la posibilidad de que esta información se utilice por tomadores de decisiones en un contexto de derrame de hidrocarburo, Rafael Ramírez consideró que se puede integrar a las planeaciones, sobre todo para reforzar la vigilancia y las medidas de seguridad.
También reconoció que el trabajo se debe robustecer y para ello se necesitan parámetros poblacionales de las especies como la abundancia y la densidad, información que en aguas mexicanas es muy escasa, lo que hace urgente la necesidad de programas de monitoreo de cetáceos para generar esta información.