Un equipo de investigadores del CICESE y la CONANP, junto a la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA, en inglés) de Estados Unidos, realizaron el primer estudio de distribución de delfines en México a partir de monitoreo acústico, para conocer la distribución a mediano plazo de las dos especies presentes en el Alto Golfo de California.
En esta zona del golfo es particularmente importante el monitoreo de las especies marinas ya que, debido a la alta productividad pesquera, es común que se utilicen redes agalleras y se practique la pesca ilegal de totoaba. Ambas actividades incrementan la probabilidad de pesca incidental de mamíferos marinos y tortugas, así como la alteración del hábitat. Por lo tanto, el conocimiento base de la distribución de especies amenazadas, como los delfines y la vaquita, es esencial para su conservación y manejo.
En este proyecto de ecolocalización se utilizaron datos recolectados durante los veranos de 2011 a 2015 dentro del Refugio de la Vaquita Marina, donde se ha estudiado y protege a esta especie. Sin embargo, el conocimiento sobre otros cetáceos, como los delfines, es escaso y hasta el momento se había basado en cuentas visuales. Los dos delfines que se han documentado con mayor frecuencia en la zona son los delfines nariz de botella y el común de pico largo. Sin embargo, también se han registrado ocasionalmente orcas y orcas falsas.
Para conocer la distribución de delfines, se utilizó el diseño de 46 sitios de muestreo ubicado dentro del Refugio de la Vaquita Marina. Cada uno de estos sitios cuenta con un hidrófono omnidireccional, grabadora y computadora conocido como C-POD, capaz de grabar sonidos que van de 20 a 160 KHz. Estos dispositivos tienen la capacidad de monitorear sonidos de marsopas, como la vaquita, en altas frecuencias y de delfines en frecuencias medias.
De 2011 a 2015, en el periodo del 19 junio al 19 de agosto de cada año, se grabaron más de 120 mil secuencias de clics de sonidos submarinos. Para discernir entre los sonidos de delfines y de otras especies, los investigadores utilizaron algoritmos (secuencias de comandos) especializados y desarrollaron modelos lineales de análisis.
Los parámetros que se utilizaron para describir los sonidos grabados fueron la frecuencia dominante, el ancho de banda, el nivel de presión de la onda, la duración y la hora de detección. Los investigadores describieron los patrones de actividad acústica y de distribución basados en la tasa de clics, es decir, las veces en que una onda fue grabada. El análisis consideró las variables espaciales (sitios de muestreo), temporales (época del año, día o noche), físicas biológicas y de actividad antropogénica.
Para examinar los efectos de las condiciones de luz relacionados con la distribución del delfín, cada día de muestreo se dividió en día y noche, a partir de las horas del amanecer y el atardecer. Además, utilizaron un modelo que considera variables como el sitio de muestreo en relación con la condición de día/noche y el componente vertical de la velocidad de la marea. En cuanto a las condiciones del océano, como variable se consideró la temperatura a 10 metros bajo la superficie del mar y la velocidad vertical de la marea. Sobre la variable antropogénica se consideraron los clics y sonidos ocasionados por el bote en el que viajaban los investigadores a los lugares de muestreo para recolectar los datos para poder identificar y analizar esos sonidos durante el periodo de monitoreo acústico.
Entre los hallazgos principales, encontraron que la actividad acústica de los delfines es mayor al este del refugio de la vaquita y durante la noche. De las más de 120 mil secuencias de clics que se obtuvieron, los algoritmos utilizados indicaron que 12 mil 490 corresponden a delfines. La mayoría pertenecen al delfín común de pico largo y el resto al delfín nariz de botella. Durante el proyecto, la distancia entre los animales y los dispositivos varió entre 0 y mil metros.
Con la información procesada, se encontró que la mayor actividad de ambos tipos de delfines es durante la noche, el pico de los registros corresponde alrededor de las 21:00 horas.
En el verano de 2011 se registró poca actividad acústica, sobre todo en la esquina noroeste del refugio. En 2012 se registró poca actividad acústica distribuida de manera homogénea en los sitios de muestreo. De 2013 a 2015, hubo menos actividad al noroeste, la mayoría en el borde este del refugio.
Cabe mencionar que de 2011 a 2014 no hay datos disponibles de 16 sitios de muestreo porque los C-PODs fueron robados o vandalizados. Solo en 2015 se obtuvo información de todos los sitios.
Los hallazgos de este proyecto de investigación están documentados en el artículo “Distribución de la ocurrencia acústica de delfines durante los veranos de 2011 a 2015 en el Alto Golfo de California”, publicado este año en la revista científica PeerJ. En este documento, los investigadores agregan que la actividad acústica de los patrones obtenidos puede estar relacionada a la disponibilidad de presas de los delfines, ya que los clics de la ecolocalización se asocian a actividades de forraje de los delfines.
Este proyecto es realizado por Gustavo Cárdenas Hinojosa, como estudiante del doctorado en el posgrado en Ciencias de la Vida del CICESE, y codirigido por el Dr. Horacio de la Cueva, investigador del Departamento de Biología de la Conservación del CICESE, y Armando M. Jaramillo Legorreta, investigador de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP); en estrecha colaboración con Tim Gerrodette, miembro del Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste de la NOAA.
Para su realización, este proyecto recibió financiación del CICESE, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) con representación en México y Estados Unidos, de la Comisión de Mamíferos Marinos de Estados Unidos, Le Equipe Cousteau, The Ocean Foundation, Fons de Dotation pour la Biodiversité, MAAF Assurances, Opel Project Earth, SEMARNAT, INECOL, CONANP y la Fundación The Rufford Small Grants.