En medio de la búsqueda de soluciones que reviertan la devastación de los bosques marinos en el Pacífico, la doctora Lydia Ladah, investigadora del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), lidera un proyecto de reforestación en el que se están utilizando especies de algas marinas que han demostrado resiliencia, es decir, capacidad para afrontar condiciones adversas.
“Si podemos repoblar ciertas áreas y que sobrevivan cierto tiempo y que tengan un impacto ecológico y económico, yo creo que ese sería el éxito”, adelanta la Dra. Ladah, quien reúne los esfuerzos de distintos sectores bajo la Alianza para la Restauración de los Servicios Ecosistémicos Costeros (ARSEC).
Los bosques marinos o de kelp, formados principalmente por sargazo gigante (Macrocystis pyrifera) y otros sargazos, ofrecen una variedad de importantes servicios como son alimento, hábitat y refugio para peces e invertebrados, algunos de ellos de alto valor comercial como el abulón, el erizo, la langosta y el pepino de mar.
En México, los bosques de kelp se distribuyen en el litoral Pacífico de la península de Baja California, donde una conjugación de eventos extremos, el aumento de la temperatura del agua desencadenado por el cambio climático y el fenómeno de El Niño han provocado en los últimos años una inédita devastación de la que no se han podido recuperar.
“Todo esto está relacionado con el cambio global —advierte Lydia Ladah— y lo que está pasando es que cada vez están más intensos los eventos, más frecuentes y más prolongados. Lo que está pasando es que llega el momento en que los bosques de kelp de plano no pueden aguantar estas condiciones porque los cambios son demasiado rápidos”.
En medio de este sombrío escenario, el optimismo renace cuando se identifican poblaciones de algas que han sido capaces de aguantar los embates climáticos y, además, recuperarse rápido después de un evento extremo como puede ser una tormenta o una onda de calor.
Ladah indicó que actualmente están estudiando estas poblaciones para comprender qué características son las que les permiten soportar condiciones adversas y recuperarse después de estos eventos.
“Si podemos identificar las adaptaciones en estas poblaciones, tal vez nos sirva para usar estos ejemplares para repoblar o reforestar otras áreas”, comentó.
Las poblaciones que han demostrado mayor resiliencia se localizan al sur de la península, en Baja California Sur. Recientemente estudiantes de posgrado hicieron experimentos con Eisenia arborea y Macrocystis pyrifera para comprobar su capacidad de adaptación.
De estos experimentos detectaron que las poblaciones del sur están más adaptadas a las condiciones de calor, tanto por su fisiología fotosintética como por la forma en la que asimilan los nutrientes del agua, lo que les ayuda a soportar mejor condiciones estresantes, en comparación con poblaciones localizadas al norte de la península de Baja California.
En los experimentos aplican herramientas de biología molecular (transcriptómica, metabolómica) para observar la regulación de genes adaptados de las poblaciones del sur en comparación con las del norte.
La investigación cuenta con la colaboración de especialistas europeos y estadounidenses y está financiada por el programa UC Mexus.
Los resultados que la Dra. Ladah espera del proyecto de reforestación son conservadores y uno de ellos es sensibilizar sobre la problemática a tomadores de decisiones y agencias de financiamiento para tener la capacidad de continuar el proyecto.
Por el contrario, los escenarios que se prevén si no hay una intervención para recuperar los bosques de kelp no son nada positivos y ya hay sitios que dan indicios de ello.
“No es una exageración, en nuestras vidas vamos a ver a un mar con ausencia de bosques marinos si no empezamos a aproximar técnicas y aplicar ciencia de frontera que realmente sea pensar fuera de la caja”, advirtió la investigadora.