Tijuana recibió más de 937 millones de dólares (mdd), en el 2022 y hasta marzo de 2023, lo que la repunta como la ciudad con mayor captación de remesas en el país, además de representar el 52 por ciento del total de los envíos en el Estado de Baja California.
El Secretario de Desarrollo Económico (SEDETI), Alejandro Mungaray Lagarda, explicó que de los 937 mdd, 753 se recibieron en el 2022 y 184.4 hasta marzo del 2023. Además, datos del Banco de México arrojaron que en el primer trimestre de este año, un total de 53 mil 936 trabajadores transfronterizos representan el 6 por ciento de la población ocupada de Tijuana y el 19 por ciento, el total de trabajadores de la Frontera Norte.
El titular de la Secretaría del XXlV Ayuntamiento que encabeza la alcaldesa Montserrat Caballero Ramírez, recordó que la mayoría de los habitantes de Tijuana viven, tienen parientes o amigos en los Estados Unidos y además van y vienen diario de trabajar en la economía americana.
De acuerdo al balance realizado por expertos en la Secretaría, desde el 2012 hasta el 2022, las remesas enviadas por los migrantes a países latinos se duplicó, siendo México el país que recibe el mayor monto con un crecimiento del 1.9 al 4.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Desde 2021 México superó a China como receptor de remesas, sólo rebasado por India, contrario a lo que ocurre con países como El Salvador, Haití, Honduras y Jamaica, donde las remesas constituyen alrededor del 5 por ciento del PIB de sus empobrecidas economías, las cuales se espera sólo crezcan 1.3 por ciento durante 2023.
A cambio de la migración de muchos seres humanos, sus familias reciben remesas para hacer o mantener pequeños negocios, afrontar gastos de salud y educación privados e incluso para comprar la vivienda en que habitan padres y hermanos, aún cuando fuentes como The Economist revela que la mayor parte de las remesas se gastan en alimentos que ayudan a las familias a sacarlas de la pobreza.
Las remesas funcionan como fuente contra cíclica cuando los ingresos del turismo o la inversión extranjera no son suficientes para sostener el bienestar de las familias como en la pandemia, pero contribuyen a reducir la desigualdad económica, pues permite que los empleos mal pagados, sean abandonados, e inhiben las contrataciones con bajos salarios.