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UN LIBRO PARA LEER EN LA PISTA DE BAILE

Sally Lippman, apodada Disco Sally, fue uno de los personajes habituales en la pista de baile de Studio 54, meca de la cultura disco, durante el año y medio que esta permaneció abierta.

Nacida en 1900, Disco Sally entró por primera vez a la famosa discoteca a los 77 años, ataviada con pantalones ajustados, zapatillas de deporte y algodón en las orejas. Después de tres horas haciendo cola, apareció Sylvester Stallone escoltado por dos hombres: uno de ellos era Steve Rubell, copropietario de la discoteca. En cuanto vio a esa pequeña abuela se quedó prendado y la invitó a entrar con él, prometiéndole que tendría siempre la puerta abierta. Ella se lo tomó al pie de la letra y visitaba el lugar cada noche. Disco Sally bailaba desenfrenadamente hasta altas horas. Al parecer, los que acabaron por hacer cola fueron Dustin Hoffman, Bill Murray y muchos otros para poder bailar con ella.

Nos sorprendemos con esta divertida septuagenaria, junto a tantos otros personajes y escenas, en las páginas de Dance usted, el «nuevo cuaderno Anagrama» de la mencionada editorial española, en el que Luis Costa traza la historia del baile y de la cultura de club desde su vertiente más social, pasando por el origen de los clubes y discotecas emblemáticos, así como el contexto social de cada época en que se desarrollaron los bailes.

Sally LIppman bailó con celebridades en el apogeo de la música disco, con 77 años encima.

Según Costa, un factor determinante para el desarrollo de la cultura de baile es el surgimiento de la cultura juvenil a principios del siglo XX, con ella aparecerá todo un nuevo universo que el sistema capitalista rentabilizará al máximo, desde la industria publicitaria hasta el cine, la música, el tabaco y, por supuesto, el baile.

Del cakewalk -un baile que surgió entre los esclavos de las plantaciones de Florida a finales del siglo XIX y que consistía en realizar, al son de las gigas para violín y banjo, unos movimientos que parodiaban los ademanes pomposos de la alta sociedad blanca, arqueo de la espalda y elevación exagerada de las rodillas– a las piruetas que realizaban los soul boys en el northern soul, con las que se pasaban la noche huyendo de las miserias de la clase obrera, pasando por el shimmy –baile en el que se alterna el movimiento de hombros, adelantando uno y retrasando el otro–, Luis Costa repasa la historia del baile moderno, intrínsecamente ligado a factores subversivos y sociabilizadores.

Novedad editorial de Anagrama.

Al fin y al cabo el baile es un ejercicio terapéutico que nos aporta beneficios físicos, emocionales y cognitivos, pero también sociales. Cuando bailamos liberamos endorfinas que actúan sobre el cerebro y contribuyen al sentimiento de proximidad social.

Bailemos entonces, abandonémonos a una placentera y deliciosa danza colectiva, hagamos del movimiento subversión y del baile “un acto liberador frente a la intolerancia, la división, la opresión, la división, el terror”, dicen los expertos.

Estudio 54 cerró sus puertas el 18 de enero de 1980 y la leyenda cuenta que esa misma noche Disco Sally murió en la pista de baile. Antes de morir le preguntaron: “¿Apagamos la música?”, a lo que ella respondió: “No, sigan bailando”.

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